29.1.12

Novela - Capitulo 2

Olivia intentaba componer una canción rasgueando suavemente las cuerdas de su guitarra, relajada en su cama; cuando Ciro, que estaba durmiendo a su lado, se despertó sobresaltado y se dirigió hacia la puerta de entrada. Ella hizo caso omiso e intentó no perder la inspiración; fue entonces cuando sonó el timbre y alguien comenzó a golpear, enérgica e impacientemente, la puerta. Olivia, un tanto molesta, se levantó al grito de “¡Ya voy!” y nada tardó en recorrer el monoambiente en el que vivía hasta llegar a la puerta, donde estaba Ciro, moviendo la cola alegremente.
Cuando abrió la puerta se le vino el mundo abajo, era su hermana, un tanto agitada y con los ojos anegados en lágrimas; por un momento imaginó que algo realmente malo había acaecido.
- Pachi, no me asustes ¿Qué pasó?- Interrogó la hermana mayor.
- Te necesito.- Sollozó Paz, descargando en un par de lágrimas un poco de su angustia e incertidumbre.
- Acá estoy, tranquilizate y contame.- Apaciguó Olivia, abrazándola suavemente e invitándola a pasar. – Sentate por acá.- Dijo, señalando unos grandes almohadones esparcidos por el piso.
Ni bien terminó de sentarse, Ciro se desplomó en su regazo, mirándola tristemente a los ojos, en su afán de hacerle saber que cualquiera sea su congoja, contaba con su amistad incondicional.
- ¡Largue, largue todo hermanita! Hace mal guardarse emociones.- Alentó Olivia sentándose a su lado con un puñado de pañuelos descartables y un vaso de jugo.
- Me llegó esto.- Confesó la joven, sacando el paquete y dándoselo  a su hermana, que permaneció en silencio y con una gran sonrisa leyendo la carta y observando la llave.
Paz aprovechaba para acariciar a Ciro, mientras se planteaba el por qué de su angustia; porque si bien sentía que su abuelo estaba con ella, no lo había alcanzado a conocer en vida.
- Por fin, hermanita, ¡Por fin! – Exclamó alegremente al terminar de leer la carta.- Tengo tantas cosas para mostrarte, pero vayamos despacio.- dijo, y se dirigió hasta su cama, sacó una caja pintada de todos colores de la mesita de luz e invitó a su hermana a sentarse junto a ella. Dentro de la caja, había infinidad de recortes de diarios y revistas, mapas, cartas y piedritas de colores.
- El abuelo nos dejó un montón de pistas, datos y nombres, pero está todo muy inconcluso, no sé por donde empezar, hace años que intento unir todas las cosas que recopiló Camilo.
- Pará Olivia, no entiendo nada ¡No me hables como si supiera!- Exclamó Paz, furiosa.
- Perdón, perdón. Es que estoy muy acelerada. Tomá, lee esto.- Dijo Olivia entregándole un trozo resquebrajado de pergamino, donde decía:

Cuando la oscuridad se haga más densa, cuando la Tierra clame de desesperación, cuando plantas y animales sean despreciados y pisoteados por el hombre, vendrán por el Oeste … se les verá llegar. Los Guerreros del Arcos Iris. Que traerán la Luz, el Conocimiento y el Amor al resto de sus semejantes. Enarbolando el símbolo de la Conexión y el Anclaje con el Verdadero Amor”.

- ¿Y qué significa esto? – Preguntó la menor, que todavía tenía un mar de dudas.
- No se, me llegó cuando cumplí quince años. El abuelo siempre me decía que “un guerrero nunca se rinde”, quizás tenga algo que ver.- Dijo Olivia sin levantar la mirada de la caja, donde seguía revolviendo papeles, aparentemente buscando algo importante.
- ¡Acá está! – Exclamó con un hermoso sobre verde manzana entre sus manos, que rezaba: “Paz y Olivia, esperen a que su corazón este preparado, luego abran este sobre
Lo abrió apresuradamente, y comenzó a leer en voz alta:

Despacio, hay muchas cosas que deben saber, pero hay algo que nunca deben olvidar: Nunca se apuren, porque no existe nada que pueda apurarlas. Todo tiene su tiempo, o mejor dicho, nada tiene su tiempo; aunque todo lleva un proceso, eso es cierto, como una fruta intentando madurar. Antes o después de ese instante eterno, nada prospera.
Así como nada puede presionarlas, ustedes tampoco deberían hacerlo, las cosas simplemente suceden. ¿O acaso se creen más sabias que el universo? Aunque no lo vean ahora, ya encontrarán un por qué, o quizás nunca lo encuentren porque algunos "por qué" es mejor no saberlos. ¡Pero hay tantas cosas que ignoramos y sin embargo existen!
Ay, guerreras de mi alma, hay tantas cosas que deben saber, profundas y misteriosas, que pierden todo sentido cuando intento explicarlas. Pero aún así, voy a decirles algo y espero que en algún momento lo entiendan: Todo aquello que puedan tocar, es todo aquello que nunca podrán tener."
Camilo

19.1.12

Novela - Capitulo 1


Paz siempre había sido una fiel amante de las fiestas en general; desde navidad hasta los cumpleaños de cada integrante de la familia, pero había algo que ella no disfrutaba en lo más mínimo, una fecha que le hacía sentir un vacío en el pecho de esos que solo un abrazo de Olivia podía llenar. Esa fecha era, irónicamente, su propio cumpleaños.
Solía vestirse con ropa grande, buzos anchos, y de vez en cuando un pañuelo atando su pelo siempre despeinado. Pero lo que nadie sabía, era que debajo de ese ondulado pelo rubio y esos cálidos ojos color mar siempre se ocultó una profunda tristeza, esa tristeza de no tener un rumbo ni un objetivo, esa lenta agonía de vivir sin sueños, que se acentuaba mas cuando cumplía años y pasaba todo el día encerrada en su cuarto porque no tenía amigos que la visitaran; quizás, inconscientemente, la soledad fue una elección.
Ella recibió su cumpleaños número dieciséis encerrada en su cuarto, rodeada de libros, como de costumbre. Nicolás y Miranda, incitaban a su hija desde el pasillo a que saliera y poder así saludarla y entregarle su regalo, pero, como cada año, Paz solo daba las gracias desde el interior de su cuarto y volvía a subir el volumen de la música.
Estaba escondiéndose el sol cuando empezó a tener un poco de hambre, así que decidió bajar para agarrar algo de comida, saludar a sus padres para que se queden conformes y volver a subir.
Cuando abrió la puerta, se encontró con una pequeña cajita dorada, de ella colgaba una tarjeta que decía: “Para Paz”, con una hermosa letra cursiva. Esto, lejos de alegrar a la joven, la puso muy furiosa, porque todos en esa casa sabían muy bien que prefería destinar el dinero de sus regalos a viajar por el país, o donarlo a alguna organización que protegiera al medio ambiente. Así que agarró el paquete, y bajó inmediatamente las escaleras. Abajo, en el living, sus padre estaban a punto de cortar una torta que rezaba “Feliz cumpleaños Paz”. Se pusieron muy felices al verla, pero esa felicidad se esfumó al instante tras ver la ira de su hija.
- Les dije miles de veces que no quiero regalos – sentenció, en voz baja pero firme, arrojando el regalo arriba de la mesa ratona y girando sobre si misma para volver a subir las escaleras. Alcanzó a subir solo dos escalones antes de que su madre le hablara.
- Hija, no puede ser, nuestro regalo es ese. – Dijo, señalando hacia la ventana.
Paz bajó las escaleras nuevamente, desde donde estaban sus padres no se veía nada, así que siguió caminando lentamente, esperando que sea eso que ella tanto deseaba. Y si, definitivamente lo era, cuando se encontró parada de frente a la ventana finalmente pudo verlo, era tal cual lo imaginaba, toda su vida había esperado ese momento. Era un precario camión, parecido a un colectivo; pero se notaba que sus padres se habían esmerado mucho en reconstruirlo y pintarlo, ya que en uno de los lados habían pintado un gigantesco símbolo de la paz.
 - Está equipado con todo lo necesario para viajar por el país.- Dijo Nicolás, que sabía muy bien que era su sueño desde chiquita.
- Gracias – fue lo único que pudo decir con la voz entrecortada, mientras corría a abrazarlos. Pero enseguida se acordó de esa cajita. De alguien tenía que ser, tenía algo mágico que la intrigaba demasiado; fue hasta la pequeña mesa y la agarró. Cuando la abrió, una llave cayó al suelo y en el fondo de la caja encontró una carta. Mientras se agachaba a buscar la llave empezó a leer la carta, que decía algo así:
¡Feliz cumpleaños, Princesa! Sabía que este día llegaría, espero no haber tardado mucho, y espero también que te hayan hablado de mí.
 Ha llegado el momento; Olivia te va a explicar de qué estoy hablando, no te preocupes. 
Deja que todo fluya. Sabes que voy a estar contigo cuando me necesites, pero mas allá de eso, recuerda que hay solo dos lugares donde podemos estar juntos, uno es tu mente, Paz; y el otro, es tu homónimo.
Te quiere, tu abuelo.

18.1.12

Tocar el tiempo.


Me dijeron que todo vuelve, que la vida sigue.
Y como siempre, me negué a creer.
Me dijeron que era inalcanzable, prácticamente imposible.
Y yo, me negué a creer.

Me dijeron que vivía en tu dominio,
y que finalmente dolería hasta el delirio.
Mis oídos se negaban, y sus voces no escuchaban.
Sentido no tenía, tanto cólera y melancolía.

Y tarde aprendí, que siendo ciego, tampoco se puede oír.

Y te entregué, todo de mi, llegue al limite de existir.
Pensé que nuestro fuego, con la lluvia, nunca se iba a extinguir
Llegué a creer que era inmortal, que el tiempo se podía tocar.
Que eran eternas las noches, y que existía la felicidad.

Ahora entiendo, que es mentira la verdad
Y que solo ella es mi felicidad.
Podría encapricharme y decir, que no quiero seguir así
Pero hay presente, y también futuro; queda tanto por vivir.